IES Pedro Álvarez de Sotomayor
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HISTORIA DE NUESTRO NOMBRE
Aquí tenemos gracias a D. Juan Díaz Pintado, Jefe del Departamento de Geografía e Historia la Biografía de D. Pedro Álvarez de Sotomayor.
BIOGRAFÍA DE FREY DON PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR
Nacido en Lucena (Córdoba) en una familia hidalga el 19 de diciembre de 1763, a los 20 años superaba las pruebas exigidas para profesar como religioso en la Orden de Calatrava. En 1790 era cura rector de la parroquia de Santa Marta (Martos), a cuyo frente permanecía hasta su nombramiento por el Consejo de las Ordenes Militares para la de Manzanares el 22 de enero de 1799, cuya vida acusaba cierto desorden desde hacía diez años. En ella fue recibido el 27 de junio de 1799 por el cabildo eclesiástico de San Pedro y San Pablo.
En su nuevo destino iba a dar sobradas pruebas de preocupación por los pobres, los enfermos y la enseñanza doctrinal. De esa forma entre sus prioridades estaba la de repartir limosna, conseguida con gran esfuerzo, a tantos menesterosos como existían entre el numeroso vecindario. En él permanecería cerca de 23 años, interrumpidos en varias ocasiones por el desempeño de cargos más relevantes fuera de Manzanares. Aquí conocería dificultades y adversidades de muy diverso origen y naturaleza que afectarían a su debilitada salud. En 1799 un nuevo nombramiento vino a interferir su actividad, el de rector del Colegio Mayor de Calatrava, en Salamanca, por tiempo de tres años. Finalmente éste quedaba sin efecto debido a la oposición de las autoridades y del pueblo de Manzanares, contrarios a la marcha de su virtuoso y ejemplar párroco. De nuevo el Consejo de las Órdenes disponía su traslado en 1804 para ese cometido, en esta ocasión permitiéndole simultanearlo con el trabajo en su parroquia. Así hasta su renuncia en 1806. El comienzo de la invasión francesa en mayo de 1808 le sorprendía compatibilizando su responsabilidad de cura rector con el cargo de covisitador del Sacro Convento de Calatrava, en Almagro.
Al desaparecer entonces la administración municipal, de igual modo que toda la estructura institucional del Estado, para cubrir ese vacío era constituida en Manzanares entre el 15 y el 25 de junio una junta de gobierno local, depositaria de la soberanía popular. En ella Álvarez de Sotomayor ocupaba el puesto de primer vocal tras el alcalde mayor, en reconocimiento al prestigio de que gozaba. Próxima a constituirse la Suprema Junta Central, don Pedro era comisionado el 18 de septiembre para dirigirse a Madrid y solicitar el amparo de una denominada Junta de Armamento de Castilla La Nueva.
El tiempo iba discurriendo entre amenazas y temores hasta que el 22 de diciembre, acaso por habérsele descubierto una doble conducta o por sospecha de afrancesamiento, en el curso de un motín el alcalde mayor era objeto de un linchamiento mortal por parte del pueblo. El sangriento suceso conmocionó tan profundamente a la junta que entre asustada y desconcertada se disolvía por sí misma. Únicamente frey don Pedro estaba dispuesto a continuar. Mas el pronto abandono por enfermedad del nuevo alcalde interino traspasaba la responsabilidad al cura párroco con el título de presidente. A partir de ese día la junta vivía” en la mayor angustia y aflicción ..,sin socorro en las turbulencias (de) un pueblo agitado (por) graves convulsiones internas”, donde a cada momento se anunciaban nuevas y“dolorosas catastrofes”.
El 3 de marzo de 1809 le servía de alivio saber que un alto comisionado de la Real Chancillería de Granada había designado alcalde mayor a un abogado conquense, don Vicente Fernández Castillo, el cual tomaba posesión del empleo en circunstancias críticas el martes 7 en la sala capitular del ayuntamiento. Álvarez de Sotomayor, primera autoridad política en ese momento, además de párroco, le tomaba juramento y tras besar el bastón de la alcaldía lo ponía en sus manos y le indicaba el lugar donde debía situarse. Sin embargo la suerte daba la espalda a frey don Pedro pues el nuevo alcalde, hombre débil de carácter, no había calculado bien los grados de valor que iba a necesitar en Manzanares. De modo que asustado por las consecuencias que tendría la probable victoria del general francés Horacio Sebastiani en la batalla de Ciudad Real, abandonaba esta población el día 26 de marzo, dejando a la junta acéfala y frustrada. Inesperadamente el cura párroco cargaba de nuevo sobre sí la responsabilidad de proteger a un vecindario indefenso, en situación de abatimiento y justificadamente preocupado.
A falta de documentación que actualmente lo corrobore, es tradición que el 31 de marzo de ese mismo año, Viernes Santo, Álvarez de Sotomayor encabezaba la iniciativa de sacar la imagen de Jesús del Perdón, seguida de un grupo de fieles, y salir al encuentro de Sebastiani en la ermita del Cristo de la Agonía para impetrarle misericordia para la población y así evitar posibles represalias por el cruel asalto efectuado al hospital francés el 6 de junio del año anterior. Y que Sebastiani no sólo habría accedido a lo que se le suplicaba sino que además se desciñó el fajín para imponérselo a la imagen. Este hecho dio a la figura de Sotomayor entre la agradecida población, que lo consideraba su defensor, un aura de prestigio que conservaría en la posteridad.
De ahí al final de la ocupación Sotomayor hubo de soportar en ocasiones las graves insolencias del vicario eclesiástico nombrado por los franceses. Cuando por fin la villa se veía libre de invasores. Sotomayor era nombrado por el Consejo de las Órdenes presidente y prior del Sacro Convento de Calatrava, en Almagro, a fin de que procediera a su reorganización. En esta complicada tarea permanecía hasta junio de 1816, momento en que se reintegraba a la parroquia que ya no abandonaría. Su quebrantada salud, a consecuencia tanto del infatigable trabajo pastoral y caritativo como de las difíciles situaciones que había afrontado, no sería óbice para que continuara desarrollando su labor, fundando incluso una institución de acogida de enfermos pobres, el hospital de San Cayetano.
En los seis años que le restaban de vida experimentaría incomprensiones, disgustos e ingratitudes incluso de los más cercanos. A ello no fueron ajenas las consecuencias de las exclaustraciones de religiosos y especialmente las disensiones en el clero local, dimanadas de la situación que habían creado las sucesivas desamortizaciones de bienes eclesiásticos, decretadas en estas etapas de gran inestabilidad política. Falleció el 2 de enero de 1822 y quedó sepultado en el camposanto de la ermita de Nuestra Señora de Gracia hasta su definitivo traslado a la de la Veracruz.
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